La gracia de caminar
- Colectivo de profes
- 3 may 2023
- 1 Min. de lectura
Por Xymena Velázquez Romo (15 años)
estudiante del taller Hacer cosas con palabras
Cuando era pequeña solía caminar en círculos por el patio de mi abuela, al caminar pensaba y recordaba, me reía de ridiculeces que aparecían en mi cabeza, mi mente corría tan rápido que pocas veces comprendía lo que pensaba.
Hoy puedo decir que cuando camino ya no paso por los árboles de ese jardín que de pequeña observaba. Aún mis pasos siguen sin un objetivo de por medio, pero pareciera que mi mente comprende la función de estos, porque cada que mis piernas dan el primer paso, mi cerebro calma mis pensamientos y uno por uno van saliendo desesperados por ser comprendidos.
Me gustaría decirle a las personas, principalmente a aquellas que se mezclan con la multitud, que caminen. Caminar es un acto tanto de privacidad como de conexión; de conversaciones fluidas y reflexiones complejas, en un marco de sinceridad compartida. Quiero expresar mi desacuerdo con William Hazlitt (2004: 15) en el libro El arte de caminar cuando nos dice: “No le veo gracia a caminar y charlar al mismo tiempo”. Opino que, cuando caminamos, una forma de estar presentes es charlando, ya sea solos o acompañados, caminar cumple la misma función de conectar los pensamientos al cuerpo.
Le debo un grato agradecimiento a mi caminar de pequeña, que creó estos cuestionamientos simples, dentro de un mundo tan complejo. Hoy me doy cuenta que gracias a mis paseos en el patio de la abuela aprendí que necesitamos movimiento y contemplación.
Referencias
Hazlitt, William (2003/2004) “Dar un paseo” en: El arte de caminar México: UNAM col. Pequeños grandes ensayos, núm. 11, págs. 15-36.
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